
¿Proyectas o asumes lo que eres? Una mirada amorosa al espejo de tu alma
May 09, 2025 Querida, hay una etapa de la vida en la que una empieza a hacerse preguntas diferentes. No porque antes no fueran importantes, sino porque ahora queremos respuestas más profundas, más verdaderas. Y una de esas preguntas que nos toca el alma es:
¿Estoy proyectando lo que no quiero ver… o estoy asumiendo, con cariño y valentía, lo que realmente soy?
Si tienes más de 45 años, es muy probable que esta pregunta te resuene. Has vivido mucho. Has cuidado, has amado, has hecho malabares para sostener a otros… y quizás ahora te estás mirando a ti con otros ojos. Y eso, amiga mía, es algo hermoso.
¿Qué significa “proyectar”?
Vamos paso a paso. Desde la mirada de la psicología junguiana, proyectar es algo que hacemos sin darnos cuenta. Es como si nuestro inconsciente agarrara una parte nuestra —algo que no reconocemos o que no aceptamos— y la colocara afuera, en otra persona.
Por eso, a veces hay alguien que nos cae muy mal sin saber por qué… o alguien que nos deslumbra, y pensamos “¡yo jamás podría ser así!”. Y resulta que eso que vemos en la otra persona también está dentro de nosotras, aunque lo tengamos dormido, escondido o negado.
¿Te ha pasado sentirte muy molesta con alguien por ser mandona, demasiado emocional o distante? Tal vez esa persona te está mostrando una parte de ti que no has querido mirar.
¿Y qué tal cuando ves a una mujer valiente, auténtica o libre y te conmueve? Puede ser que esa admiración sea un reflejo de lo que está esperando nacer o despertar en ti.
La vida nos pone espejos… no enemigos
Carl Jung decía que la proyección es una forma en que el alma nos habla. Es como si la vida nos pusiera frente a un espejo simbólico y nos susurrara: “Mira, esto también eres tú”.
Y no es para que te sientas mal o te critiques. ¡Para nada! Es una invitación suave, amorosa, para que te conozcas más a fondo y te abraces más completa.
Porque proyectar no es un error. Es parte del camino. Solo que cuando lo reconocemos, ya no vivimos tan a la deriva de nuestras emociones ni nos enganchamos tanto con los demás.
Y si tienes pareja… este tema es aún más importante
Seguramente, si estás en pareja —ya sea hace muchos años o en una relación más reciente— habrás tenido momentos de conflicto, diferencias que parecen irreconciliables o roces que se repiten una y otra vez.
Y claro, es que tu pareja es diferente a ti. Tal vez tú eres más emocional y él más lógico. O tú necesitas hablar todo, y él prefiere callar. Y eso, lejos de ser un error, puede ser justamente parte del regalo.
Desde la mirada junguiana, nada de eso es casualidad. Tu sabio inconsciente te colocó frente a alguien que, en su manera de ser, te muestra algo que tú también llevas dentro, pero que tal vez no has querido asumir.
Tu pareja se convierte en un espejo muy claro —a veces incómodo, otras veces revelador— que te ayuda a reconocer partes tuyas que están dormidas, heridas o negadas.
Así que la próxima vez que algo de él te irrite profundamente, respira y pregúntate:
¿Qué parte de mí está reaccionando? ¿Y si esto que me molesta tanto también vive en mí, aunque de otra forma?
Ver a la pareja como un espejo no es para culparse ni para aguantar lo que no está bien. Es para aprovechar la relación como una oportunidad de autoconocimiento y crecimiento interior.
Asumir lo que eres es liberarte
Cuando una se atreve a mirar hacia adentro, con honestidad y ternura, empieza a recuperar pedacitos que había dejado en el camino. Asumir lo que somos no es una carga… ¡es una liberación!
Es como si dejaras de luchar contigo misma y, en cambio, te tomaras de la mano. Ya no necesitas que todo afuera sea perfecto para sentirte en paz. Ya no esperas que los demás cambien para tú estar bien. Te haces cargo de ti con amor.
Y esto no significa que todo se vuelve fácil, pero sí más verdadero. Porque dejas de huir de tu sombra… y también de tu luz.
¿Cómo comenzar a integrar lo que ves en los demás?
Aquí te dejo tres ideas simples que pueden ayudarte a mirar hacia dentro con más suavidad:
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Observa lo que te mueve: cuando algo o alguien te despierte una emoción intensa (para bien o para mal), pregúntate con curiosidad: ¿Qué parte mía se está activando aquí? ¿Qué me está mostrando esta persona de mí?
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Haz las paces con tu sombra: todas tenemos aspectos que preferimos no ver: la que quiere tener el control, la que se siente insegura, la que a veces envidia… Pero también está ahí la mujer fuerte, la creativa, la que sueña. Ábreles un espacio. No las empujes. Escúchalas.
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Reconoce tu luz: eso que admiras tanto en otras mujeres… no está tan lejos de ti. No creas que solo ellas pueden. Si algo te inspira profundamente, es porque de algún modo ya vive dentro de ti.
A esta altura de la vida…
Ya no estamos para escondernos ni para vivir desde lo que los demás esperan. Estamos para ser nosotras, enteras, auténticas.
Sí, proyectar es humano. Pero asumir lo que somos… es un acto de amor propio.
Así que si hoy la vida —o tu pareja— te muestra algo que te incomoda o te conmueve profundamente, respira hondo y míralo como un mensajito de tu alma. Tal vez te está diciendo:
“Esto también eres tú… y estás lista para abrazarlo”.
Te invito a descubrir los arquetipos que se expresan en este momento de tu vida.
Conocerlos en su dimensión tanto la luminosa como la sombreada, es esencial en tu vida diaria porque te ayudará a
1. Comprenderte mejor reconociendo tus fortalezas y talentos naturaleles
2. Manejar tu sombra esos aspectos ocultos que pueden limitarte o saboteartey requieres enfrentarla y evitar que te controle.
3. Tomar mejores decisiones teniendo claridad para elegir desde tu conciencia y no desde patrones automáticos.
4. Mejorar tus relaciones por que si reconoces los arquetipos en los demás, podrás tener empatía y comunicación efectiva, evitando conflictos innecesarios.
5. Vivir con propósito alineando tu vida con tus valores y misión personal.
El autoconocimiento a través de los arquetipos te dará herramientas para crecer, superar desafíos y vivir de manera más plena y auténtica.
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